Hace menos de un mes el Gobierno de Arabia Saudí anunciaba que el país abría sus fronteras a la inversión internacional.
De esta forma se hacía publica la intención de la monarquía presidida por el rey Salman bin Abdulaziz Al Saud y de Mohammed Bin Salman, príncipe heredero, de ampliar el proceso de modernización económica en el que está inmerso el país, y que se conoce como programa Nitaqat –Visión 2030 y el Programa Nacional de Transformación (NTP), cuyos principales objetivos son eliminar la dependencia del país respecto a la venta de petróleo, aumentando los ingresos no petroleros y empleando a más saudíes.
El plan B de Arabia Saudí
La bajada del precio del petróleo está teniendo una influencia importante en la monarquía de Arabia Saudí y sus asesores. Parece lógico reaccionar si el producto que compone más del 87% de sus exportaciones (el petróleo) pasa a valer la mitad de lo que valía hace solamente dos años (ha pasado de valores de 110 dólares en 2014 a costar unos 38 dólares actualmente). Por ello, El Reino de Arabia Saudí ha comenzado a reaccionar y a buscar alternativas empezando por incorporar ciertos elementos que caracterizan a las economías de mercado, como abrirse a la inversión extranjera o desarrollando el mercado de valores. En este último el desarrollo de los mercados de acciones y de deuda a través de la incorporación de nuevas cotizaciones y productos es clave para ayudar a inyectar una mayor cantidad de dinero a la economía. ¿Cómo?
- Se facilitará la entrada de capitales extranjeros para incrementar la inversión (FDI)
- Se privatizarán compañías públicas para ampliar el mercado de valores
- El índice saudí pasará a estar compuesto por el doble de empresas
Además, el país presume ya de tener un sistema bancario tan sólido que no ha sido afectado por la crisis mundial. Aunque esto también tiene mucho que ver con la desconexión que éste ha tenido tradicionalmente con el sistema financiero mundial. Aun así, el sector financiero está entre los más recomendados por los expertos para invertir en el país, junto a las atractivas compañías de telecomunicaciones o el sector inmobiliario.
En el caso de la apertura del comercio, el nuevo paso implica levantar las barreras para los inversores internacionales del sector comercial. A partir de ahora, pueden operar en el país sin necesidad de contar con un socio local. “las empresas extranjeras podrán invertir en el/los sector(es) de comercio al por mayor y al por menor con el cien por cien de la propiedad del negocio” declaraba la Agencia de Prensa Saudita (Saudi Press Agency), cuando el límite de invesion extranjera anterior estaba en el 75%.
Arabia Saudí había dado dio sus primeros pasos hacia la internacionalización y apertura de sus mercados con el ingresó en la Organización Mundial de Comercio en 2005, pero la decisión de eliminar la necesidad de socios locales para los inversores internacionales se enmarca en la Visión 2030. El plan se apoya en diferentes programas y reformas que pivotan sobre tres pilares fundamentales que son economía próspera, sociedad dinámica y una ambiciosa nación. Y entre sus objetivos económicos nos encontramos con la importancia de la inversión extranjera directa o la privatización. Pero, como podemos ver, además de los cambios económicos el plan aborda importantes reformas sociales y culturales que van desde la intención de privatizar servicios sanitarios y educativos hasta modificar leyes para favorecer la liberación de las mujeres.
Todos estos cambios han puesto al país en el punto de mira de muchos inversores internacionales aunque los acontecimientos terroristas recientemente ocurridos ensombrezcan el potencial de una de las mayores economías de Oriente Medio.
En esta línea se enmarca la estrategia española que desde el 2010 ha intensificado las relaciones comerciales bilaterales y los contratos obtenidos por las empresas españolas en los últimos años han superado los 17.000 millones de euros.
En lo que nos respecta, el comercio exterior de Euskadi con Arabia Saudita es muy superavitario: las exportaciones vascas se han multiplicado por tres en los últimos años, alcanzando superando los 170 millones de euros. Y, en 2014, en el ranking de las exportaciones de la C.A. de Euskadi por países Arabia Saudí ocupó el número 24.
Las ventas se centran en sectores claves para la economía vasca como automoción, ferrocarril, equipos para el sector petroquímico (tubos, accesorios y válvulas), productos siderúrgicos, etc. En el periodo 2011-2012 han aumentado un 16,5%. Por el contrario, las importaciones han disminuido un 31%, sobre todo las compras de productos químicos y materiales plásticos.
Y, aunque la economía del país se basa todavía en sus enormes recursos energéticos, otros sectores de actividad presentan grandes oportunidades comerciales como pude ser el programa de privatización gradual de empresas estatales, en ámbitos como el transporte aéreo, la desalinización de aguas o la gestión de puertos. Además de otros sectores de actividad con grandes oportunidades comerciales, como la construcción que emplea al 39% de la población activa.
Y entre los bienes importados de Euskadi por el país árabe se encuentran también las manufacturas de la fundición, teniendo en cuenta que (como no podía ser de otra forma en un país bendecido con petróleo) otro de los incentivos para establecerse en el país es el bajo coste de la energía.
Con esta noticia y a pesar de la inestabilidad de la zona queda latente que el gobierno saudita ha comenzado a pisar el acelerador para poder acercarse a la posición de apertura de otros países y mercados del golfo (Ej: Emiratos Árabes Unidos, Qatar). Y, especialmente ahora que otro gigante de la zona (Irán) parece que se ha unido a la disputa por el dominio económico de la región.
Y, ante la coyuntura, espero que las empresas vascas puedan aprovechar las nuevas oportunidades de negocio y de inversión directa (implantaciones comerciales) que se abren en el soberano país árabe.